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SAN ALBERTO MAGNO
Nació en Lauingen (Alemania), cerca del Danubio, alrededor del año 1206; hizo sus estudios en Padua y en ParÃs. Ingresó en la Orden de Predicadores, en la que ejerció con éxito el profesorado en varios lugares. Ordenado obispo de Ratisbona, puso todo su empeño en pacificar pueblos y ciudades. Es autor de muchas e importantes obras de teologÃa, como también de ciencias naturales. Murió en Colonia el año 1280.
Los propios contemporáneos de San Alberto, fueron quienes le dieron el tÃtulo de "Magno". Por la profundidad y amplitud de sus conocimientos, solÃan llamarle también "el Doctor Universal" pues sus conocimientos en todos los campos eran extraordinarios. El monje Rogelio Bacon le consideraba como "una autoridad" y calificaba sus obras de "fuentes originales".
San Alberto fue el maestro de Santo Tomás de Aquino, el mas importante de los teólogos de todos los tiempos, pero Alberto es un hombre grande por sà mismo. De origen suabo, pertenecÃa a la familia Bollstädt; nació en el castillo de Lauingen, a orillas del Danubio, en 1206.
Lo único que sabemos sobre su juventud, es que estudió desde los 16 años en la Universidad de Padua donde vivÃa su tÃo. Allà encontró en 1222, al Beato Jordán de Sajonia, segundo maestro general de la orden de Santo Domingo, quién lo dirigió en la vida religiosa y escribió desde Padua a la Beata Diana de Andelo, que estaba en Bolonia, anunciándole que habÃa admitido en la orden a diez postulantes, "y dos de ellos son hijos de condes alemanes". Uno era Alberto.
Cuando el conde de Bollstädt se enteró de que su hijo vestÃa el hábito de los frailes mendicantes, se enfureció sobremanera y habló de sacarlo por la fuerza de la orden. Pero los superiores de Alberto le enviaron discretamente a otro convento, probablemente el de Colonia, Alemania donde estaba la escuela mas importante de la orden y la cosa paró ahÃ. El hecho es que Alberto enseñaba en Colonia en 1228 y en 1229 vistió el hábito de los frailes predicadores. Más tarde, fue prefecto de estudios y profesor en Hildesheim, Friburgo de Brisgovia y Estrasburgo. Cuando volvió a Colonia, era ya famoso en toda la provincia alemana.
Como ParÃs era entonces el centro intelectual de Europa occidental, Alberto pasó ahà algunos años como maestro subordinado, hasta que obtuvo el grado de profesor. La concurrencia de estudiantes a sus famosas clases fue tan grande que debió enseñar en la plaza pública, la cual, aunque pocos lo saben, lleva su nombre. Se trata de la Plaza Maubert, nombre que viene de "Magnus Albert".
Elegido superior provincial de Alemania, abandonó la cátedra de ParÃs y estuvo constantemente presente en las comunidades que gobernaba, recorriendo a pie la región, mendigando por el camino el alimento y el hospedaje para la noche.
En 1248, los dominicos determinaron abrir una nueva Universidad ("studia generalia") en Colonia y nombraron rector a San Alberto. Desde entonces hasta 1252, tuvo entre sus discÃpulos a un joven fraile llamado Tomás de Aquino.
En aquella época, la filosofÃa comprendÃa las principales ramas del saber humano accesibles a la razón natural: la lógica, la metafÃsica, las matemáticas, la ética y las ciencias naturales. Entre los escritos de San Alberto, que forman una colección de treinta y ocho volúmenes in-quarto, hay obras sobre todas esas materias, por no decir nada de los sermones y de los tratados bÃblicos y teológicos. La figura de San Alberto y la de Rogelio Bacon se destacan en el campo de las ciencias naturales, cuya finalidad, según dice el santo, consiste en "investigar las causas que operan en la naturaleza".Algunos autores llegan incluso a decir que San Alberto contribuyó aún más que Bacon al desarrollo de la ciencia. En efecto, fue una autoridad en fÃsica, geografÃa, astronomÃa, mineralogÃa, alquimia (es decir, quÃmica) y biologÃa, por lo cual nada tiene de sorprendente que la leyenda le haya atribuido poderes mágicos. En sus tratados de botánica y fisiologÃa animal, su capacidad de observación le permitió disipar leyendas como la del águila, la cual, según Plinio, envolvÃa sus huevos en una piel de sorra y los ponÃa a incubar al sol. También han sido muy alabadas las observaciones geográficas del santo, ya que hizo mapas de las principales cadenas montañosas de Europa, explicó la influencia de la latitud sobre el clima y, en su excelente descripción fÃsica de la tierra demostró que ésta es redonda.
Pero el principal mérito cientÃfico de San Alberto reside en que, al caer en la cuenta de la autonomÃa de la filosofÃa y del uso que se podÃa hacer de la filosofÃa aristotélica para ordenar la teologÃa, re-escribió, por decirlo asÃ, las obras del filósofo para hacerlas aceptables a los ojos de los crÃticos cristianos. Por otra parte, aplicó el método y los principios aristotélicos al estudio de la teologÃa, por lo que fue el iniciador del sistema escolástico, que su discÃpulo Tomás de Aquino habÃa de perfeccionar. Asà pues, fue San Alberto el principal creador del "sistema predilecto de la Iglesia". El reunió y seleccionó los materiales, echó los fundamentos y Santo Tomás construyó el edificio. Al mismo tiempo se mantenÃa humilde y rezaba asÃ: "Señor Jesús pedimos tu ayuda para no dejarnos seducir de las vanas palabras tentadoras sobre la nobleza de la familia, sobre el prestigio de la Orden, sobre lo que la ciencia tiene de atractivo".
San Alberto escribió durante sus largos años de enseñanza y no dejó de hacerlo cuando se dedicó a otras actividades. Como rector del "studium" de colonia, se distinguió por su talento práctico, de suerte que de todas partes le llamaban a arreglar las dificultades administrativas y de otro orden. En 1254, fue nombrado provincial en Alemania. Dos años más tarde, con su alto cargo asistió al capÃtulo general de la orden en ParÃs, donde se prohibió a los dominicos que aceptasen en las universidades el tÃtulo de "maestro" o "doctor" o cualquier otro tratamiento que no fuera el de su propio nombre.Para entonces, ya se le llamaba a San Alberto "el doctor universal", y el prestigio de que gozaba habÃa provocado la envidia de los profesores laicos contra los dominicos. En vista de esa dificultad, que habÃa costado a Santo Tomás y a San Buenaventura un retraso en la obtención del doctorado, San Alberto fue a Italia a defender a las órdenes mendicantes contra los ataques de que eran objeto en ParÃs y otras ciudades. Guillermo de Saint-Amour se habÃa hecho eco de dichos ataques en su panfleto "Sobre los peligros de la época actual". Durante su estancia en Roma, San Alberto desempeñó el cargo de maestro del sacro palacio, es decir, de teólogo y canonista personal del Papa. Por entonces, predicó en las diversas iglesias de la ciudad.
Obispo de Regensburgo
En 1260, el Papa le ordenó obispo de la sede de Regensburgo, la cual, según se le informó, era "un caos, tanto en lo espiritual como en lo material".San Alberto fue obispo de Regensburgo menos de dos años, pues el Papa Urbano IV aceptó su renuncia, permitiéndole regresar a la vida de comunidad en el convento de Würzburg y a enseñar en Colonia. Pero en ese breve perÃodo hizo mucho por remediar los problemas de su diócesis. Su humildad y pobreza eran ejemplares. Desgraciadamente, los intereses creados y la persistencia de ciertos abusos no permitieron al santo terminar la obra comenzada. Para gran gozo del maestro general de los dominicos, Beato Humberto de Romanos, que habÃa tratado en vano de impedir que Alejandro le consagrase obispo, San Alberto volvió al "studium" de Colonia. Pero al año siguiente, el santo recibió la orden de colaborar en la predicación de la Cruzada en Alemania con el franciscano Bertoldo de Ratisbona.
Una vez terminada esa tarea, San Alberto volvió a Colonia, donde pudo dedicarse a escribir y enseñar hasta 1274, cuando se le mandó asistir alConcilio Ecuménico de Lyon. En vÃspera de partir, se enteró de la muerte de su querido discÃpulo, Santo Tomás de Aquino (según se dice, lo supo por revelación divina). A pesar de esta impresión y de su avanzada edad, San Alberto tomó parte muy activa en el Concilio, ya que, junto con el Beato Pedro de Tarantaise (Inocencio X) y Guillermo de Moerbeke, trabajó ardientemente por la reunión de los griegos, apoyando con toda su influencia la causa de la paz y de la reconciliación.
Defiende la obra de Santo Tomás
Probablemente, la última aparición que hizo en público tuvo lugar tres años más tarde, cuando el obispo de ParÃs, Esteban Tempier, y otros personajes, atacaron violentamente ciertos escritos de Santo Tomás. San Alberto partió apresuradamente a ParÃs para defender la doctrina de su difunto discÃpulo, que coincidÃa en muchos puntos con la suya, y propuso a la Universidad que le diese la oportunidad de responder personalmente a los ataques; pero ni aun asà consiguió evitar que se condenasen en ParÃs ciertos puntos.
La Virgen lo habÃa preparado
En 1278, cuando dictaba una clase, le falló súbitamente la memoria y perdió la agudeza de entendimiento.
La visión de la escalera. San Alberto habÃa dicho que, de joven, le costaban los estudios y que por eso una noche dispuso huir del colegio donde estudiaba. Pero al tratar de huir por una escalera colgada de una pared, cuando llegó a la parte de arriba se encontró con Nuestra Señora la Virgen MarÃa que le dijo: "Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a mà que soy 'Causa de la SabidurÃa'? Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que sà fui yo quien te la concedÃ, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabÃas". Aquello sucedió como la Virgen le dijo.
Santa muerte
Dos años después, a los 74 años, murió apaciblemente, sin que hubiese padecido antes enfermedad alguna, cuando se hallaba sentado conversando con sus hermanos en Colonia. Era el 15 de noviembre de 1280. Se habÃa mandado a construir su propia tumba, ante la cual todos los dÃas iba a rezar el Oficio de Difuntos.
No fue beatificado sino hasta 1622, y aunque se le veneraba ya mucho, especialmente en Alemania, la canonización se hizo esperar todavÃa. En 1872 y en 1927, los obispos alemanes pidieron a la Santa Sede su canonización, pero al parecer, fracasaron. Finalmente, el 16 de diciembre de 1931, PÃo XI, en una carta decretal, proclamó a Alberto Magno Doctor de la Iglesia lo que equivalÃa a la canonización e imponÃa a toda la Iglesia de occidente la obligación de celebrar su fiesta. San Alberto, según dijo el sumo PontÃfice, poseyó en el más alto grado el don raro y divino del espÃritu cientÃfico . . . Es exactamente el tipo de santo que puede inspirar a nuestra época, que busca con tantas ansias la paz y tiene tanta esperanza en sus descubrimientos cientÃficos". San Alberto es el patrono de los estudiantes de ciencias naturales.
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